Día del Deporte – 体育の日 (taiiku no hi)

Hoy, en Japón es día festivo, debido a que es el día del deporte, así que han tenido un “fin de semana” de tres días(hay quien dice que en Japón lo de los puentes era un mito).


Un poco de historia

Este día se celebró por primera vez el 10 de octubre de 1966 en conmemoración de los Juegos Olímpicos de Tokyo de 1964, que precisamente tuvieron su apertura esa misma fecha, algo poco usual en unos juegos olímpicos “de verano”, pero que presuntamente se hizo así para evitar el Tsuyu (la época de lluvias, durante Junio-Julio) y la época de tifones (Septiembre). En el año 1998, se aprueba la ley del Happy Monday en Japón, y desde el año 2000 este día, se celebra el segundo lunes de Octubre.

¿Qué se hace?

En este día, en los colegios e institutos nipones se realizan el llamado undoukai (運動会): una serie de actividades lúdicas (juegos para padres e hijos) y deportivas (competiciones amistosas), a las que se suman actividades culturales (conciertos y certámenes), todas ellas organizadas por cada centro educativo y llevabas a cabo por los clubes de actividades, en japonés llamados Bukatsu (部活), BU significa sección o clase, y KATSU, animado.

Fuente -- http://www.nippon.com/es/nipponblog/%EF%BD%8D00008/

Os dejo con la entrada de un padre contándolo en primera persona para que os hagáis una idea de como se pasa el día, espero que resulte tan interesante como para mi.
El undōkai comenzó un poco antes de las nueve con una ceremonia de apertura y la revelación de un farragoso eslogan oficial, además de la fugaz aparición de la mascota yuru-kyara de la escuela.
Los estudiantes compitieron en dos equipos, el equipo rojo y el equipo blanco, cada uno con su propio e infatigable equipo de animadores ataviados con cintas en la cabeza y guantes con el color de su equipo. El evento comenzó con este equipo de animadores (chicos y chicas) marchando hacia el centro de la cancha al son de tambores taiko y con la bandera del equipo para despertar el ánimo de sus compañeros. El capitán de los animadores de cada equipo, con las manos detrás de su espalda totalmente arqueada, pronunció cada sílaba con una voz tan potente como la de cualquier vendedor de perritos calientes en el estadio de los Yankees. 
Esa ronda de lemas marcaron la primera vez (y no ciertamente la última) que cada cuadrilla se lanzó a cantar la canción de su equipo. Las dos melodiosas canciones para los equipos rojo y blanco parecen ser bastante comunes en todo Japón. El himno del equipo rojo en japonés dice lo siguiente:
Furē, furē, aka gumi / Furē, furē, aka gumi, go, go, go! / Bokura wa kagayaku, taiyō no yō ni / Moeagaru kibō, chikara ippai ganbarō / Aka, aka, aka, go, go, go / Aka, aka, aka, go, go, go / Moero yo, moero, aka gumi
Que en español vendría a ser:
Viva, viva el equipo rojo / Viva, viva el equipo rojo, ¡adelante, adelante, adelante! / Como el sol, somos una llama centelleante / Con una esperanza resplandeciente, lucharemos y lucharemos / Viva, viva el equipo rojo, ¡adelante, adelante, adelante! / ¡Sigue brillando, equipo rojo! 
La tonadilla se avivó como si de un incendio forestal se tratase durante las siguientes seis horas, lo que me hizo pensar dónde encontrarían los animadores la fuerza para aguantar durante todo el día. La primera actividad de la jornada para mi hija menor, una estudiante de segundo curso de primaria, consistía en grupos de cuatro estudiantes llevando una pelota de goma enorme encima de una camilla de madera. Al igual que otras actividades en este undōkai, esta prueba parecía ideada no sólo para ser entretenida para los participantes, sino también un espectáculo divertido para los padres: la enorme pelota de goma fue un detalle simpático.

 La actividad más entrañable, para mi gusto, fue el lanzamiento de pelota para los alumnos de primero. Entre cada ronda de lanzamientos en los que intentaban colar la pelota en un aro, los pequeños movían las caderas al ritmo de una música que sonaba a una velocidad cada vez más frenética.

Cada actividad sumaba puntos, normalmente 30 para el equipo ganador y 15 para el equipo en segunda posición (o, mejor dicho, en el último puesto).
En el intermedio de cada una de las actividades los estudiantes de cada uno de los seis cursos realizaron algunos espectáculos. La clase de mi hija menor hizo una demostración de danza tradicional de Okinawa llamada Chābirasai, mientras que mi hija mayor y sus compañeros, de quinto curso, bailaron la danza tradicional Nanchū sōran, originaria de Hokkaidō.
Al igual que las canciones de cada equipo, estos bailes parecen ser bastante comunes en los undōkai alrededor de Japón. Los alumnos de sexto curso llevan a cabo estas danzas con una disciplina gimnástica que incluye la formación de una pirámide humana de gran tamaño. 
Lo más remarcable del día, sin embargo, fueron las carreras, incluyendo la carrera de relevos de los alumnos de quinto y sexto curso que pusieron la guinda al undōkai. [...]
Por fortuna no hubo carrera de relevos para los padres, aunque he oído que en algunas escuelas los padres están obligados a sufrir esta indignidad, teniendo que poner a prueba repentinamente sus retirados músculos.

Aun así, incluso sin haber tenido que calzar las zapatillas de deporte, llegué a sentirme realmente cansado cuando el undōkai tocaba a su fin, y después de haber estado todo el día mirando a través de un teleobjetivo mi cerebro se encontraba fuera de foco.
El día terminó, cómo no, con una ceremonia de clausura y la revelación del resultado final. Mis hijas se emocionaron al ver que su equipo rojo habían logrado una remontada dramática. Seguidamente se entregó un trofeo al equipo ganador, y otro de “segunda posición” al equipo blanco por su esfuerzo.[...]

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